Aunque cursa 1º de la E.S.O., los mimbres que presenta para futuros cestos son prometedores.
Ofrecemos la última de sus creaciones literarias:
B L U E
Era
un día como otro cualquiera, estaba en el colegio, yo tan solo tenía nueve
años.
Estaba
aburrido y mientras la profesora explicaba, yo, desinteresado, miré por la
ventana y al mirar no pude creer lo que veía con mis ojos, era un sujeto
misterioso, de tamaño promedio, con una máscara blanca, una túnica negra, que
le tapaba todo el cuerpo, y unos guantes blancos.
Yo le pregunté a mi amigo que
si veía a esa misteriosa entidad, a lo que él respondió: ” No, no lo veo” y en
ese justo momento, en el que mi compañero me dijo eso, ese ser me miró y me
saludó. Temblando y con la voz titubeante, le pregunté a la profesora si podía
ir al servicio, ella me respondió con un gesto de afirmación.
Cuando llegué al
servicio, abrí la puerta y me encontré con él, grité lo más fuerte que pude y
cerré la puerta del cuarto, rápidamente llegaron tanto alumnos curiosos, como
profesores asustados preguntando qué ocurría, yo les dije que abrieran la
puerta cuidadosamente y al abrirla no había nada. Ellos se fueron disgustados
mientras que yo, cabreado, abría nuevamente la puerta, encontrándome una
nota, en la que no ponía nada, solo decía “Atentamente anónimo”, yo supuse que
era su nombre.
En
el resto del día no ocurrió nada, aunque no pude parar de pensar en él.
En
la noche, me desperté repentinamente y al mirar a mi parte derecha me encontré
con él, salí corriendo mientras que él me decía serena y relajadamente “Eso no
te va a servir”. Al revisar los cuartos de mis familiares, vi que ellos no
estaban, a lo que la entidad respondió “¿Ves?” y siguió hablando diciéndome
“Soy anónimo, pero tú me puedes llamar Blue”. En ese instante sacó una navaja
de su bata y me apuñaló. Por suerte para mí solo era un horrible y casual
sueño.
Al
llegar al colegio, no pude callar esa locura y por lo tanto se lo dije a todo
el mundo, incluyendo los profesores, desgraciadamente nadie me creyó, excepto
un chico llamado “Adrián Vásquez”.
A
partir de ese punto nos empezamos a caer bien, hablábamos mucho y él me solía
acompañar a mi casa. Hasta que un día él me propuso ir a una tienda de
chucherías cercana. Cuando salí de la tienda no le vi, le esperé durante mucho
tiempo hasta que me cansé.
Al
llegar a mí casa, recibí un mensaje de Adrián diciendo de que estaba bien y que
se tenía que ir antes, eso no supuso ningún problema, el problema vino cuando abrí
la puerta ya que vi otra nota más de el misterioso ser que decía: “No me gusta
para nada tu nuevo amigo, así que no te juntes con él o sus días estarán contados”,
hice bola la nota y la ignoré.
Al
día siguiente seguía con vida, supuse que se había rendido.
Ya
en clase, mientras hablaba con Adrián, él se fue al cuarto de baño y al mirar a
la ventana, nuevamente me topé con la entidad. Nos miramos cara a cara. Hasta
que llegó Adrián, pero al mirar él no estaba.
Pasaron
los días, hasta que uno de esos días, me llegó una notificación que decía: “Alumno
del colegio ******, Adrián Vásquez,
murió por causas desconocidas”, cabreado por esa noticia, fui al colegio
gritando el suceso, nadie me creyó y los profesores preocupados llamaron a mis
padres.
Mis
padres me dijeron que cerrara los ojos, que me iban a dar una sorpresa, pero me
dormí.
Desperté
en un manicomio atados de pies y manos, hasta que llegó un policía con una
carta, me desataron y la leí, decía: “Ya te tengo donde quería, encerrado, tus
días están contados”.
Atentamente, Adrián Vásquez
Y
mientras el policía cerraba mi puerta yo gritaba desquiciado.
Seguimos animando a Mario y a todos aquellos que se sientan con fuerzas a adentrarse en el satisfactorio y gratificante mundo de la creación literaria.
Ana Santos
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